Mis pupilas añoraran tus diamantes verdes, tus pupilas te regañaran por no dejar de mirar mis pupilas que tras estos jardines de cuerpos se han acostumbrado a nuestras pequeñeces que van engrandeciéndose sin dejar ni tiempo ni respirar.
Cada beso que dimos en nuestro jardin a escondidas de nuestro publico,cada roce de labios que se convertia en una lucha haber quien apretaba o encajaba el puzzle de besos en el menor tiempo posible.
Cada mordisco salido por la producción de tu mandibula mezclado con el deseo de conseguirme y accionado por tus agudos dientes tan sabios que hacian recorrer aquella sensación de placer en algo mas dulce que cualquier helado de chocolate producido por ti, tu delicada lengua que construia un paraiso entre tu boca y la mia. Tu lengua era la autoridad suprema del momento y mi lengua tu servidora habitual; la mezcla de fluidos era esplendida, tan audaz que nuestro ojos se dilataban nada mas observar nuestros labios.
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Recorrer con mi sutil nariz cada parte de tu cuerpo, cada perfume que deslizaba desde tu frente pasando por tu delicada nariz que cada suspiro aspirado por ti conseguia accionar toda mi columna vertebral hasta mis diminutos piececitos, acariciar cada uno de tus lunares, contar los ocho lunares de tu brazo derecho. . .
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