viernes, 23 de abril de 2010


Un minuto rozando los rayos de sol que juguetean con mi piel y retuercen el sueño de mis pupilas. Un segundo desafiando a mi sombra y entorpeciendo a mis lagrimas con una sonrisa que solo sale a paseo dos veces por semana. Una hora admirando el frío de la noche que eriza mi espalda y consigue sonrojar mis mejillas, es el único que da un punto de color a mi vida. Tres días gritándole a la Luna que me deje ser su amante, que abandone a las estrellas que yo lo dejo todo por ella, estoy cansada de suplicar por un beso suyo en mitad del cielo y sobrevolar el mundo rodeada por sus brazos. Quiero ver el mundo a través de sus ojos y recostarme sobre su espalda para enumerar la constelación de lunares que ruborizan mi corazón.

Una y un millón de noches más esperándote y tres cientos minutos más tarde todo sigue igual.

lunes, 5 de abril de 2010


Coge las estrellas que iluminaban nuestro techo, llévate la Luna que dibujaste en mi ventana y rompe las migajas de ti que hay en mi colchón.

El tiempo no entiende de valientes, la verdad aún no ha sido descubierta y la condena me pilló desprevenida robándote trozos de mi corazón.

Me muero de envidia al ver tu sonrisa paseando hasta que las nubes cubren el sol, es querer tener tu libertad y escapar de este mundo con o sin tu ayuda.

Retintinean las gotas de lluvia sobre tu ventana como las ganas de trepar tu cuerpo hasta zarpar en tu corazón.


El tiempo no entiende de valientes...