jueves, 11 de junio de 2009

tú.


Sola sentada en la esquina de la cama esperando algo todas y cada una de las noches de mi veinte años. Postrada ante el despertados repasando cada minuto y cada hora que siguen pasando y tu no estás. Me mentalizo de que tu un día volverás y dormirás a mi lado, abrazándome con tus brazos y rozando tus labios una vez mas.
Han pasado ya tres horas y no apareces, mis parpados recaen continuamente del sueño que quiere ganarme en esta lucha de dos. Intento pero no puedo, tu no estas y todo el mundo me ataca. Soy débil, fría y diminuta sin tu presencia, todo se engrandece y desaparece cuando tu estas presente.
Ven conmigo, a mi cama, junto a mí, amor mío.

Me levanto y te espero en el sofá, acurrucada frente a la ventana traspasándome los rayos de luz del amananecer. Claridad y precisión en su trayecto, casi tan perfecto como vos, pero es inútil. Tú eres mi perfección, tú eres mi rayo de luz que ilumina mi sonrisa del mediodía, tu eres mi sol y mi luna. Miro el reloj y dan las ocho de la mañana y tú sin aparecer. Espero que aparezcas porque si no es así, hoy es el día, el gran día de decirte adiós. Un adiós para siempre. Un nunca jamás tatuado en nuestro corazón.
Siento un cosquilleo en mi cuerpo, es la brisa de la calle. Presiento tu calor sobre mi cuerpo y permanezco silenciosa en el sofá.
Te acercas y me acurrucas en tu pecho, no se que hacer. Me giro y sos vos. Tu cara, tus ojos, tu olor dan dulce como la luz de la luna, tu piel tan suave que corrompe la mía y la convierte en escarcha de rocío. Frágil pero única.
La habitación se llena de luz, color y perfume a amor. Tú y yo llenos de pasión cogemos la luna y el sol y las guardamos en el cajun para luego a la noche recorrer sus rayos y su luz y fundirlos en un beso. Besos y caricias es nuestro futuro. Contigo todo es perfecto.

No hay comentarios: