lunes, 21 de septiembre de 2009


Te esperé hasta la saciedad. Te esperé despierta, me dormí e incluso llegué a morir.

A lo largo de las horas he ido devorando páginas de libros, he escrito millones de cartas para ti, sacadas de mi corazón concretamente de cada latido de mi pequeño corazón.

Rompo tus fotos, destruyo tus besos, acorralo a tus caricias y desafío tus miradas desde cualquier punto de la habitación.


Habitación llena de recuerdos, de olores, de conversaciones… de secretos. He llegado a odiar tu olor tan dulce y amargo. Ahora corren nuevos tiempos, he dejado la ventana abierta por si entra otro príncipe disfrazado de azul.

Amonté todos mis sentimientos en la caja de tu corazón ahora se deshacen en el armario del pasillo. Sin luz, sin sol que los caliente y que los ilumine hacia mí.


Si, lo sé, no debí esperarte.

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