siempre.

Como siempre al estrenar un nuevo comienzo hacia el siguiente capitulo de mi recorrido.

Siempre, como es natural y de mí; giro, tuerzo y origino caos.

Desorden, desequilibrio y un traspiés acumula mi camino, tan recto y tranquilo.

No me adecuo a nuevas teorías, no me acepta el nuevo milenio.

¿Correr? ¿Escapar?

Para qué, siempre será el mismo tramo.

Hace aire, roza mi piel, mí pelo revolotea como las hojas del suelo. Tan oscuras y ya secas, muertas y destrozadas por los pasos de los transeúntes.

Nadie les tiene cariño, nadie las cuida, no son queridas por la humanidad… como yo.

¡Que pena!

Suspirar no vale de nada, pero invierte mi calvario.

¿Desamor y vacío es lo mismo?

Están enlazados, como el amor y el odio. Como la pobreza y la riqueza.

El afortunado y el que no.

Me siento como ese desdichado de la esquina, que al volver siempre de estudiar. Recrimina a la humanidad, protesta contra la soledad aunque en casos es su amiga. Contra la locura, no cree en el amor sino en el odio extremo.

La radicalidad es su anfitrión.

Su mujer la pena de ser nefasto.