viernes, 29 de enero de 2010


Que no sirvo para charlar. Que no me gusta saludar. Es más divertido interpretar tus silencios y clavarte miradas por la espalda. Me gusta el juego de arrancarle los minutos al tiempo y burlarnos del mañana. Emborrachamos al presente, drogamos al futuro y matamos al pasado. Cogemos el metro con la muerte de copiloto y nuestras almas de pasajeros. Entablan conversación. Traman un contrato. La muerte se deja sobornar por un par de almas. Conseguimos la vida eterna. Te quiero hasta desgarrarme el corazón.

Atropellamos el amor y el odio nos robó el coche. Hicimos autostop. Adoptamos al amor y descuartizamos al odio. Endulzamos nuestros labios con el sabor de la venganza.

Mi lengua enroscada contra la tuya, tu mano apretando mis muslos, mi cuerpo encima del tuyo. Fuerte. Más fuerte. Mis ojos embaucan a tu boca que se derrite por conocer la mía. Mis sábanas se mueren por conocer tu cama. Huelo a ti. Tus camisas están enmarcadas por mis labios y tu piel lleva mi nombre.

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